jueves, 12 de noviembre de 2015


LOS NICOLAITAS

EL NICOLAITISMO
¿Quienes eran los nicolaitas?



“Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco” Apocalipsis 2:6 /15

Al leer estos pasajes del Apocalipsis, la pregunta que surge es: ¿Cuál es la obra de los nicolaítas que tanto aborrece Dios?

Hay algunos tratados que intentan sugerir que los nicolaítas eran una secta que estaba invadiendo a las iglesias cristianas con costumbres antinomianas y que profesaban el libertinaje. No obstante, muchos tratados históricos y responsables que han abordado este tema, descartan tal aseveración.

Para entender la obra de los nicolaítas, es necesario en primer lugar definir el origen de la palabra.
Nicolaíta proviene del griego NICO que significa dominio o conquista sobre otros y LAOS que significa pueblo, gente común, seglar o laico. De ahí podemos analizar la composición NICOLAOS que viene a ser algo así como DOMINIO SOBRE EL PUEBLO.

En segundo lugar, es importante considerar el mensaje a las siete iglesia de Asia menor detallado en Apocalipsis capítulos 2 y 3.
Históricamente se ha interpretado que el mensaje a las siete iglesias, denota el estado espiritual que ha vivido la iglesia a través de la historia, desde los apóstoles hasta la venida del Señor.
La mención de los nicolaítas, Dios la hace en dos iglesias, Éfeso y Pérgamo. En el caso de Éfeso, es un reconocimiento al rechazo de la obra de los nicolaítas, pero en Pérgamo es una dura reprensión a acoger la doctrina de los nicolaítas. Esto nos permite inferir que en esa iglesia, se había consolidado aquella corriente de pensamiento.

¿Cuál es la obra o doctrina de los nicolaítas?

La carta a Éfeso representa el inicio de la iglesia desde el día de Pentecostés, mientras que la carta a Pérgamo nos muestra la decadencia espiritual de la iglesia. Éfeso significa “Deseada”, pero Pérgamo significa “Casamiento”
La deseada iglesia de Cristo había decaído hasta llegar al punto de olvidar su compromiso con su Señor y definitivamente “contraer matrimonio” con otro. La pregunta que brota inevitablemente es ¿Con quien se casó la iglesia de Pérgamo?

Para responder esta pregunta, es imprescindible considerar lo que El Señor le dice a esta iglesia:

“Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás” (Apoc. 2:13)

La Biblia es sumamente clara en precisarnos que el trono de satanás no esta en el cielo ni en el infierno, sino que en el mundo. El Señor Jesucristo lo dijo con plena claridad:

“No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” Juan 14:30

Considerando esto, ya podemos saber con quien se casó la iglesia de Pérgamo. Ella no considera que debe estar alejada del mundo y a salir de él. Ella mora en el mundo y mora donde esta el trono del mismo diablo.
Pérgamo tipifica al compromiso que la iglesia asumió con el estado y con el mundo. Las convicciones se habían echado por tierra a fin de agradar al mundo por sobre los mandatos del Señor.
Muchos ubican el período de esta iglesia aproximadamente por el año 320 dC en pleno gobierno de Constantino, quien por primera vez institucionaliza el concepto de césaro - papismo, osea la presencia de un líder político y religioso, que en la actualidad se conoce como papa.

La obra y doctrina de los nicolaítas, consistió en jerarquizar a la iglesia, destruyendo el armazón horizontal, para levantar uno piramidal. Esa es la obra y doctrina que tanto aborrece El Señor.
Así nace el clero ( Nico ) y el laicado ( Laos ). Una casta clerical con privilegios especiales, fuerte vínculo con el césar y un evidente dominio sobre el resto del pueblo (laicos)
Los nicolaítas comenzaron a dividir al pueblo de Dios en dos grupos. Los Clérigos que eran personas “apartadas”, doctas, espirituales y con privilegios, y los laicos que correspondían al resto del pueblo.
Desde aquel tiempo comienza esa estructura piramidal dentro de la iglesia, aún no teniendo asidero en las santas escrituras. La sencillez de la iglesia, se vio paulatinamente reemplazada por una institución organizada con jerarquías y con moldes seculares y paganos extraídos del romanismo. En otras palabras, era el nacimiento de la iglesia de Roma. 

La jerarquía y la Biblia



Desde siempre la organización del hombre ha buscado una estructura piramidal. Recordemos la experiencia de la torre de babel (Génesis 11) o el de la misma solicitud del pueblo en el tiempo de Samuel, cuando se revela un desprecio por la teocracia y un anhelo por la monarquía según el molde mundano.
La Jerarquía es un mal enquistado en el corazón del hombre. Es un molde conforme a la naturaleza pecaminosa. Así lo revela la necia solicitud de la madre de los hijos de Zebedeo (Mateo 20:20-28) ante lo cual nuestro Señor Jesucristo responde:

“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” Mateo 20:25-27

Tal como lo declara nuestro Señor Jesucristo en el pasaje citado, la jerarquía produce un enseñoramiento y El no quiere eso de su pueblo. Las jerarquías son propias del hombre caído y no de la voluntad de Dios.
A Dios jamás le han agradado las jerarquías, de ahí que su sentir frente a la doctrina de los nicolaítas es considerada como aborrecible. La revelación de la escritura nos muestra que el anhelo de Dios es estar en medio y no sobre su pueblo. Ciertamente el pecado lo arruinó todo; cuando Adán y Eva desobedecieron, se creó una gran brecha que mas tarde vino a eliminar nuestro amado Salvador y Señor Jesucristo.

Cuando observamos la casta sacerdotal en el antiguo pacto, parecería que Dios hubiera instituido una jerarquía eclesiástica. El sumo sacerdote era superior al sacerdote. Uno puede entrar al lugar santísimo, pero el otro solo hasta el altar del incienso. No obstante, debemos considerar que el sacerdocio nunca fue la imagen misma de las cosas conforme al pleno agrado de Dios, sino que sombras, emblemas y símbolos de lo que había de venir.
Cristo terminó con eso, rasgando el velo del templo y abriendo el lugar santísimo para darle acceso directo a Dios, a cualquier pecador que transita por medio del sacrificio de la cruz del Gólgota.

En el nuevo testamento, la instrucción de los ministerios y dones del Espíritu Santo expresados en las cartas de Pablo a los Romanos, Corintios o Efesios, y lo dicho por el apóstol Pedro en su primera epístola, de ninguna manera enseñan la jerarquía en la iglesia, por el contrario, se enfatiza la igualdad de importancia en cada uno de los miembros de la asamblea. Es decir, se deja en claro que tanto el obispo como el que sirve a las mesas, tienen la misma importancia, y nos son parte de un escalafón jerárquico como lo vemos en la actualidad.

Nuestro Señor Jesucristo lo enseñó con tanta precisión, veamos:

“...aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” Mateo 23:6-11

El texto es suficientemente decidor. Dios no desea las jerarquías entre los hermanos. Los fariseos eran una casta que se arrogaba el privilegio de servir a Dios y de sentirse mejores o mas importantes que los demás. Cristo condenó abiertamente aquella postura hipócrita y que no dista tanto de lo que pasa en la actualidad en la iglesia evangélica. Parece que pasajes tan categóricos como el citado, se han extinguido de los púlpitos así como por encanto.
Hoy, el término “ministro” es como un grado jerárquico, y la feligresía actúa frente a los tales como si fueran algo así como seres angélicos. Esto es el legado del nicolaítismo. El clero por sobre los laicos.
El apóstol Pedro, tan manipulado por la iglesia de Roma, jamás actuó como los “ministros” de la actualidad, menos como el papa del Vaticano. Recordemos como corrigió aquella recepción dada en la casa de Cornelio:

“ Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre” Hechos 10:25-26

La actitud de Cornelio, es propia al de todo ser humano que no tiene conocimiento de Dios. Es la clásica actitud religiosa que pretende hacer “dioses” de los hombres. Desde tiempos remotos, el hombre ha elevado a los altares a individuos que han demostrado rasgos de piedad y de espiritualidad, y no me refiero exclusivamente a la iglesia de Roma, sino que a antiguas religiones y culturas paganas como el budismo, el zoroastrismo, el Islam, etc. etc. Lo triste e increíble, es ver que la iglesia evangélica también muestras aristas muy similares a esta costumbre humana y que Dios aborrece.

La jerarquía dentro de la iglesia evangélica



Muchos de los “ministros” de la iglesia actual no conforme con la herencia del nicolaítismo al dividir la membresía entre clero y laicos, han subdividido los ministerios en rangos jerárquicos.
Por ejemplo, ahora el obispo es superior al pastor. Esto, no solamente es un insulto a la enseñanza bíblica, sino que un atentado al intelecto. En la Biblia, los términos anciano, pastor u obispo indican absolutamente el mismo oficio, y nunca expresan un rango jerárquico. Es una presunción anti bíblica enseñar que entre los ministerios existe un escalafón jerárquico. Esto revela la búsqueda de algunas personas vanidosas que desean estar sobre los demás. Es muy frecuente encontrar a conocidos pastores, y que ahora se proclaman obispos, como si aquello los elevara de rango.
Veamos los que enseña Pedro al respecto:

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros... Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros” 1Pedro 5:1-2

Las palabras de Pedro son exageradamente claras. Los ancianos u obispos (es exactamente lo mismo) no están sobre la grey como lo reclama el nicolaítismo, sino que “ENTRE” ellos. La función del pastor no es establecer una dictadura hegemónica e infalible, sino que servir entre los hermanos. Si aún no es suficiente este argumento, sigamos leyendo a Pedro:

“no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” 1Pedro 5:3

La palabra señorío ya había sido advertida por el Señor Jesucristo en Mateo 20:25-27, y es una característica propia del mundo y no de la que debiera existir entre los hermanos.
Recordemos la instrucción dada por Dios a Moisés respecto a la construcción del altar:

“No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él” Éxodo 20:26

La palabra jerarquía denota una estructura escalonada y ascendente, que sitúa a personas u otras cosas en un orden según su importancia. El texto de Éxodo, nos revela que Dios prohíbe al hombre subir por gradas en su altar y elevarse por sobre los demás, porque lo único que quedará al descubierto es su desnudez.
Es eso lo que justamente pasa cuando un individuo se pone por sobre sus semejantes; las deficiencias y bajezas quedan al descubierto. Cuando la lupa es fijada en los hombres, solo podremos observar imperfecciones, pero si la fijamos en la persona de Cristo, solo descubriremos impecable perfección. El nicolaítismo pretende eclipsar al único que debe estar sobre nosotros: a nuestro Señor Jesucristo.
Las gradas son la clásica estructura de los templos evangélicos de la actualidad. Muy semejantes a las capillas y catedrales romanistas, exhiben imponentes altares y ostentosos sitiales (Luis XV) para el clero por sobre la altura de los laicos. ¿Por qué ocurre esto? La respuesta es simple; es el legado del nicolaítismo dentro de la iglesia.

El clero y sus distintivos especiales

No conforme con la organización dividida entre el clero y los laicos, los seguidores del pensamiento nicolaíta, también incorporaron a sus formas, el uso de atuendos que los distinguían de lo seglar.
Se instituye el uso de sotanas, pectorales y de cuello clerical al mas puro ejemplo de la iglesia de Roma. Ellos dicen que aquellas vestimentas los distingue como “siervos de Cristo”, pero en el fondo no es mas que una cómoda conservación de costumbres religiosas y a veces, una vanidosa satisfacción de sentirse distintos a los demás.

Los fariseos ya tenían esta costumbre de distinguirse de los demás utilizando atuendos extravagantes, y justificaban aquella forma de vestir, interpretando literalmente pasajes de la torá. El Señor Jesucristo habló categóricamente al respecto:

“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas..” Mateo 23:5- 6

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Recuerdo una inauguración de un templo evangélico cuyos asientos estaban divididos entre el clero y los laicos. Obispos y pastores en los primeros asientos, diáconos y “el resto” en la galería....¿no es eso justamente lo que El Señor objeta en el texto citado anteriormente?

Un conocido hermano español, dijo una vez: “No existe mas grande título para alguien, que el de hermano”
No obstante, hoy el título de solo “hermano” no satisface, y los nombres deben ir precedidos por prefijos tales como reverendo, obispo, doctor u otro término que lo diferencie de los laicos.
Lo curioso de todo esto, es que a las mismas membresías o “laicos”, pareciera que les fascinara esta forma de organización, pues de ellos mismos salen expresiones tales como: “mi obispo”, “mi pastor”, “ministro”, etc., etc., y sus comportamientos no distan mucho de lo que ocurre en el mundo católico. 

Por favor no mal interpretar

Esta observación que es comprobada y avalada por la historia de la iglesia y también por hombres sencillos y fieles al Señor, no persigue el restar importancia a los ministros ni a los diversos ministerios. Por el contrario, nuestra convicción es que el cuerpo de Cristo que es la iglesia, se compone de miembros con diversas funciones, todas con el mismo valor y todas sometidas entre sí. Nadie es mas importante ni nadie es inferior a otro (1 Corintios 12:1-31).
Los pastores cuidan el rebaño, los maestros enseñan, los evangelistas predican la buena nueva, los diáconos sirven, y todos se someten recíprocamente sin necesidad de que exista una jerarquía nicolaíta.
El llamado es a reivindicar el sentir de la iglesia de Éfeso; aborrecer la obra de los nicolaítas y desaprobar el enseñoramiento de algunos que piensan que porque ejercen tal o cual oficio en las iglesia, son mayores que los demás.
Esta reprobación y advertencia, ya estaba analizada en detalle por el apóstol Juan en su tercera epístola, veamos:

“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” 3 Juan 9-10



Juan acusa categóricamente a este Diótrefes, revelando su altanería y soberbia osadía al pretender ponerse por sobre los demás. La iglesia de Cristo, siempre ha tenido que ver el surgimiento de hombres que luego de un tiempo se ensoberbecen e implantan una hegemonía destructiva y totalmente alejada de la voluntad de Dios. Esa es la repudiable actitud del nicolaítismo que tanto mal ha traído al pueblo de Dios.

A manera de conclusión

Finalmente, es necesario precisar una vez más que todo este breve estudio no tiene el propósito de fomentar el desorden o de restar importancia a los hermanos que nos presiden en nuestras asambleas, eso sería algo inaceptable. El objetivo es informar acerca del origen extra bíblico del sistema nicolaíta y de cultivar en nuestras congregaciones la sencillez de la iglesia primitiva que tanto se ha perdido en la actualidad.
Hoy existen muchos hermanos sinceros que derraman lágrimas por el trato arrogante de aquellos que se auto proclaman “los ungidos” en cuyas corporaciones existen estas jerarquías eclesiásticas tan aborrecidas por El Señor según lo ya tratado en este estudio.
El deber del creyente que desea agradar a Cristo, es obedecer a los hermanos que nos presiden, a los pastores y líderes, pero aquello no tiene ninguna relación con defender la existencia de jerarquías dentro de la iglesia, aceptando castas clericales y grupo laicos en la membresía.

Que Dios nos ayude a cultivar en nuestras congregaciones aquel sentir que hubo también en Cristo Jesús, es decir, considerar al otro, como superior a uno mismo (Filipenses 2: 3) y no teniendo mas alto concepto de sí, que el que debemos tener (Romanos 12:3)

Que la gracia de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo sea con todos, Amén.

Pablo J. Espinoza L.
Marzo 2007


“Un Verdadero Líder, forma un buen Sucesor”
Texto: 2 Reyes 2:15

“Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo”.
En estos días he estado meditando sobre el valor que los líderes deberían de darle al hecho de formar un sucesor. Y es que la mayoría de lideres hoy en día no se preocupan en lo mas mínimo de formar a alguien que pueda sucederlos en algún momento determinado.
Lo que sucede es que la mayoría no quiere que nadie lo reemplace, por eso hoy es común ver egoísmo ministerial, un líder ver que alguien se levantando y en lugar de apoyarlo, comienza a poner situaciones para evitar que lo sobrepase en capacidad y liderazgo. Es triste pero cierto.
El verdadero líder no es aquel que corta alas, ni aquel que corta troncos, sino aquel que siembra para cosechar. Un Líder de verdad es aquel que sabe muy bien que en algún momento ahuecará y por ello tienen que haber mas que puedan realizar el trabajo que el realizaba.
Es importante que entendamos que no estaremos en el mismo puesto toda la vida, que Dios puede llevarnos a un Ministerio mayor o a otras áreas, pero mientras tanto, ¿Será que estas preparando un sucesor?
Y es que para la carne no suena muy lindo eso del sucesor, porque ¿A quien le va gustar que venga alguien que haga mucho mejor las cosas que el?, humanamente a ninguno nos gustaría, pero tenemos que aprender que nuestros discípulos tienen que llegar a ser mejores que nosotros, sino no fuimos buenos maestros.
Si algo siempre me ha gustado, es dar oportunidad para crecer a todo aquel que se lo merece, a todo aquel que a base de trabajo y esfuerzo es digno de obtener un mejor puesto. Y es que la justicia en ese ámbito es parte de mi formación ministerial, siempre he creído que la mejor manera de forjar buenos servidores es estar atentos a su crecimiento para darles oportunidad en el momento indicado.
Amados hermanos y en especial líderes de Ministerios o Pastores, seamos conscientes que debemos formar a nuestros sucesores, puesto que Dios nos tiene preparados planes mas grandes, ¿Pero que pasara el día que faltes?, ¿Habrá actualmente alguien que pueda tomar la batuta y seguir tu línea?
Hombres como Moisés supieron forjar un sucesor, como lo fue Josué, un Elí que forja a un Samuel, un Elías que pudo forjar a un Eliseo, nuestro Señor Jesús que forjo a 12 hombres durante su periodo de Ministerio y aun les dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. (Juan 14:12)
Qué lindo seria que cada uno de nosotros entendiéramos el valor de formar a personas que sean hasta mejores que lo que nosotros hemos sido en el Ministerio. No hay nada mejor que ver luego de un tiempo a aquellas personas a las cuales un día aconsejaste, guiaste y ministraste, ahora siendo lideres respectados con Ministerios hermosos de parte del Señor, es ahí en donde meditas y puedes decir con libertad: “Sin duda fui un buen líder”.
Seamos buenos lideres, forjemos a mas lideres, que nuestras congregaciones sean fabricas de lideres, que nuestro objetivo sea hacer mejores servidores y mejores lideres de los que nosotros mismos hemos sido. Ahí esta el galardón del verdadero líder, en forjar mas lideres que sean mejores que ellos.


LA MUJER DE CAIN

Amada Iglesia de Jesucristo que Dios les bendiga.
Recientemente llego a mis manos el escrito que les comparto a continuación, el mismo que considero es de mucha edificación para el cuerpo de Cristo, ya que es sobre la respuesta a una pregunta con la cual en ocasiones nos hemos encontrado o enfrentaremos en alguna oportunidad.
La palabra de Dios nos aconseja a ser diligentes en el estudio de las Escrituras, y una de las tantas razones es porque existen seres que denigran lo que está escrito en la biblia, y buscan por todos lados dejar en vergüenza a los hijos de Dios.
Espero como siempre sus comentarios al respecto y gracias por sus visitas y oraciones.
 (Rafael Hernández)

Estuve recientemente en una reunión de intelectuales. Platicaba con un conocido escritor, autor de varios libros. El tema de nuestra charla: la Biblia. El un incrédulo y yo cristiano. La Biblia para él un libro mitológico hebreo lleno de fantásticas, aunque muy bellas leyendas. La Biblia para mí la Palabra de Dios revelada a los hombres por el Espíritu Santo.

El Libro de los libros las Sagradas Escrituras, según confesó jamás la había leído, yo, con toda humildad pero con verdad, pude asegurarle que la leía, la estudiaba, y trataba de practicarla todos los días. Y de esta charla surgió una discusión muy provechosa, fruto de la cual es este corto artículo.

Como todos los críticos superficiales de la Biblia, a la que por supuesto desconocen, este escritor me hizo burlonamente la ya conocida pregunta que jubilosamente señalan algunos como evidente prueba de que la Biblia se contradice y se equivoca: "¿De donde tomó mujer Caín?" Por supuesto piensan que es una pregunta a la que no puede dársele respuesta, y triunfalmente se le quedan viendo a uno con aires de vencedores. Sin embargo pronto va cambiando de expresión su semblante a medida que van escuchando la respuesta que ustedes amables lectores, encontrarán en las siguientes líneas. He aquí la respuesta.

Caín fue sin lugar a dudas el primer hijo de Adán y Eva. Dice
 Génesis 4.1,"Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón". Luego el versículo 2 dice:"Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra". Por la lectura de estos dos versículos muchos eruditos han afirmado que Caín y Abel fueron gemelos. Como no está expresado de modo preciso, bien pudo haber sido así pero de todos modos vemos claramente que Caín nació primero que Abel. Fue, pues, el hijo mayor de Adán y Eva.


En los
 versículos 3 y 4 ya encontramos a ambos hermanos siendo hombres y ofrendando los dos a Jehová. No se nos dice su edad, pero lógicamente ya eran personas mayores aptas para el trabajo. Génesis 4.3 dice: "aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová" y en versículo 4 "Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y su ofrenda". Caín trabajaba, pues, la tierra, y Abel cuidaba sus ovejas. ¿Sería ilógico pensar que no tenían otros muchos hermanos y hermanas?, no, eso sería muy lógico.

Y ya en el
 versículo 8 tenemos el primer homicidio: "Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató". Caín mata a Abel. Luego vienen los versículos 16 y 17, y con ellos lo que tanto intriga a los enemigos de la Biblia. Leamos v. 16 "Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén" y v. 17 "conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc". Entre paréntesis: Nod no era el nombre de ninguna persona. Significa "errante", y se le dio tal nombre a ese lugar por haber llegado a él Caín en ese estado o condición.

Los que jubilosamente señalan estos pasajes como una evidente incongruencia de la Biblia, suponen que Caín era entonces el único ser humano en la tierra, aparte de Adán y Eva. Una suposición sin base, naturalmente. En ninguna parte de la Biblia se nos dice que en el momento del homicidio eran Caín y Abel los dos únicos hijos de Adán y Eva. Por el contrario, la lógica nos dice que seguramente ya entonces había un regular número de hermanos, primos, sobrinos, hijos y nietos. Dice
 Génesis 5.4: "Y fueron todos los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas". Esto es, contando después de la muerte de Abel, pues Set les fue dado a Adán y Eva en sustitución de éste. Génesis 4.25: "Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella), me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín". Tomar nota que no dice aquí que Set haya sido el tercer hijo de Adán y Eva sino "otro hijo en lugar de Abel". Luego nos dice Génesis 5.5: "Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió". Es decir que cuando nació Set, Adán contaba con ciento treinta años. ¿Podríamos imaginarnos cuántos hijos pudo haber engendrado Adán durante ese tiempo? Recordemos la primera parte de Génesis 1.28: "Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos: llenad la tierra y sojuzgadla..."

Claramente vemos aquí a Dios dirigiéndose al primer hombre y a la primera mujer recién creados y creados ya adultos, no lo olvidemos, y dándoles su primer mandamiento y ese primer mandamiento, indudablemente, tuvo que ser obedecido y cumplido. Tan es así que no sólo la fecundidad, sino la longevidad eran la regla general de aquellos días, pues vemos que la facultad de procreación no se veía disminuida con el aumento de edad. Recordemos que Noé engendró a Sem, Cam y Jafet, a los quinientos años de edad
 (Génesis 5.32).


Poniendo un ejemplo actual, para hacer comparaciones, podría contarles de una pareja de viejecitos que yo personalmente conozco. El tiene setenta y cinco años y ella setenta. Hace cincuenta se casaron y tuvieron seis hijos: cuatro mujeres y dos varones. Actualmente esos seis hijos son padres de treinta y ocho hijos, en conjunto. De estos, nueve ya están casados y tienen trece hijos a su vez. Sumemos estas cantidades y tendremos que aquellas dos personas que se casaron hace cincuenta años se han reproducido en cincuenta y nueve en la actualidad. Y esto es en estos tiempos en que tener seis hijos es ya batir un récord. ¡Ahora en el principio cuando la tierra comenzó a ser poblada! Dice el Dr. Henry M. Morris en su libro, La Biblia y la Ciencia Moderna, "Si aceptamos la afirmación bíblica de que los hombres vivían cientos de años y continuaban engendrando hijos y hijas hasta casi el final de sus vidas, y aceptamos promedios de matrimonio y nacimiento muy conservadores en relación a los actuales, pueden calcularse fácilmente en veinte millones los habitantes de la tierra a la muerte de Adán". Consecuentemente Caín pudo tomar esposa entre sus hermanas y tuvo tiempo suficiente para edificar muchas ciudades.

Sería bueno, para evitar suspicacias, que mis amables lectores recordaran que en esa época primitiva aún no existían las enfermedades, ni los males hereditarios, como ocurre ahora. Es por eso que no sólo Caín, sino también los otros hijos de Adán pudieron contraer matrimonio con sus hermanas. Luego tuvo que haber uniones entre primos, tíos y sobrinos, etc., pues dice Pablo en
 Hechos 17.26: "Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación".

Vemos, pues, que la Biblia ni se equivoca, ni se contradice, ni es inconsecuente consigo misma en este asunto de la esposa de Caín, ni en ningún otro. Son los ignorantes y, cosa absurda e increíble, los desconocedores de la Biblia, los que jamás la han estudiado ni leído, son ellos los que más la atacan y calumnian, movidos única y exclusivamente por su egolatría, soberbia, orgullo y altivez, y para darse aires de sabihondos y superinteligentes. Respecto a ellos nos dice la Palabra de Dios claramente:"Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación"
 (1 Corintios 1.18-21).

Los cristianos sabemos que la Biblia no se equivoca, ni se contradice y permanece para siempre.
 2 Timoteo 3.16,17 nos dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra".

Y la prueba más fehaciente nos la da, paradójicamente, la ciencia moderna, la cual en vez de probar lo contrario, cada día que pasa, y mientras más avanza, nos confirma la veracidad eterna de la Palabra de Dios.
 "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán", dijo el Señor en Marcos 13.31.

Sigan firmes en la fe y que Dios les continúe bendiciendo (Rafael Hernández)
atalayadecristo@live.com


Arrepiéntete o Perecerás
por A.W. Pink

“Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3).

Estas fueron las palabras del Hijo de Dios encarnado. Nunca han sido canceladas, ni lo serán mientras exista este mundo. El arrepentimiento es absolutamente necesario si el pecador ha de hacer paz con Dios (Isa. 27:5), porque arrepentirse es echar a tierra las armas de rebelión contra Él. El arrepentimiento no salva, sin embargo ningún pecador jamás fue ni será salvado sin el mismo. Sólo Cristo salva, pero un corazón no arrepentido no lo puede recibir.
 

Un pecador no puede creer verdaderamente hasta que se arrepiente. Esto es visto claramente en las palabras de Cristo respecto a su precursor: “Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle” (Mateo 21:32). Es evidente también en su llamado autoritario, (claro y fuerte como eran las órdenes que se pregonaban a son de trompeta), que hizo en Marcos 1:15: “Arrepentíos y creed en el evangelio.” Es por esto que el apóstol Pablo testificaba “acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 20:21). No te equivoques en este punto, estimado lector; Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).
 

Al exigirnos el arrepentimiento, Dios reclama sus derechos justos sobre nosotros. Él es infinitamente digno de amor y honor supremo, y de obediencia universal. Maliciosamente se lo hemos negado. Nos requiere tanto un reconocimiento del mismo, como un cambio al respecto. Es necesario confesar y acabar con nuestro desapego para Él y nuestra rebelión contra Él. Así que, el arrepentimiento es darnos cuenta sinceramente de haber fracasado espantosamente, a través de toda la vida, en darle a Dios su puesto legítimo en nuestro corazón y vida cotidiana.
 

La justicia de la demanda de Dios para mi arrepentimiento es evidente si consideramos la naturaleza infame del pecado. El pecado es una renuncia de Aquél que me formó. Es negarle su derecho de gobernarme. Es mi determinación de agradarme a mi mismo, y por lo tanto es rebeldía contra el Todopoderoso. El pecado es anarquía espiritual, y menosprecio total por la autoridad de Dios. Es decir en mi corazón: “No me importa lo que Dios requiere; voy a hacer todo a mi manera. No me importan cuales sean sus derechos en mi vida; voy a ser mi propio señor.” Lector, ¿te das cuenta que has vivido así?
 

El arrepentimiento verdadero surge cuando, por la obra del Espíritu Santo en el corazón, nos damos cuenta sinceramente de que el pecado es sobremanera pecaminoso, y de lo terrible que es ignorar las demandas y desafiar la autoridad de Aquél que nos formó. Por lo tanto, consiste en un odio y horror santo por el pecado, y en una tristeza profunda por él. Además, consiste en la confesión honesta de él delante de Dios, y en un abandono sincero y completo del mismo. Dios no nos perdona hasta que esto se realiza. “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Prov. 28:13). En el verdadero arrepentimiento el corazón se vuelve a Dios y confiesa: “He ido en pos de un mundo vano que no puede satisfacer las necesidades de mi alma. Te abandoné a tí, la Fuente de Aguas de vida, yendo tras cisternas rotas que no retienen agua. Ahora reconozco y lamento mi necedad.” Y además, dice: “He sido un sujeto desleal y rebelde, pero ya no lo seré más. Ahora deseo y me propongo servirte y obedecerte con todas mis fuerzas, como mi único Señor. Dependo de tí como mi Porción presente y eterna.”
 

Lector, profese ser cristiano o no, la opción es: arrepentirte o perecer. Para cada uno de nosotros, seamos miembros de alguna iglesia o no, no hay otra alternativa más que volverme o quemarme. Tienes que apartarte de caminar conforme a tu propia voluntad y gusto, y volverte a Dios con el corazón quebrantado, buscando su misericordia en Cristo. Tienes que volverte con el corazón plenamente decidido a agradarle y servirle a Él. De lo contrario, serás atormentado día y noche por los siglos de los siglos en el lago de fuego. ¿Cuál de los dos será? ¡Oh! arrodíllate ahora mismo y ruégale a Dios que te dé el espíritu de verdadero arrepentimiento.



sábado, 12 de enero de 2008

1. La fe de los padres
"Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor."1
Según el reporte de Chuck Colson en el Break Point, "El maestro Loren Marks, quien da clases sobre ecología humana en la universidad de estado de Luisiana en una entrevista con la revista australiana Mercatornet, enumeró algunas de las razones por las que las creencias y las prácticas religiosas hacen tal diferencia para muchos hombres.
'Primero, las parejas que están implicadas activamente en la misma fe tienden a tener matrimonios más fuertes, más felices y esto tiene un impacto positivo en las relaciones padres—niños de una manera positiva.
Segundo, los padres que son religiosos tienen menos probabilidades de abusar del alcohol y las drogas que los padres que no practican una religiosos, y se estima que un 80 por ciento del abuso a los niños es relacionado con el alcohol.
'El tercer factor es la creencia que los padres serán personalmente responsables ante Dios si fueron buenos (o malos) padres. Esto crea una motivación sagrada para ser un mejor padre. Es este el factor que indica que una vida religiosa da como resultado mejores padres.'"2
Como H. Jackson Marrón, Jr. dijo, "Recuerde que los niños, los matrimonios, y los jardines de flores reflejan la clase de cuidado que reciben." Y Roberto Fulghum, dice, "no se preocupe porque los niños nunca le escuchan. Preocúpese porque ellos siempre le están observando."
Se sugiere la siguiente oración: "Dios mío, por favor ayúdame a que como padre y/o madre sea un reflejo de Jesús hacia mis hijos y los miembros de mi familia—y todos los demás—y a vivir de manera que al ellos ver a Jesús dentro de mí, quieran tener a Jesús con ellos. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, Amén."